Los actores tienen peculiaridades poéticas que hay que respetar y que no hay que someter o achicar esa potencia para encuadrarla en el marco de lo diríamos es el personaje, ya sea como composición física o como característica psicológicas. O el texto, en el sentido de creer que el texto es su entonación, su gramática, su temperatura, cuando eso le va a pertenecer al actor y a la opinión que el actor tenga sobre ese texto y esa situación.
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